Panitos de huevo

Panitos de huevo

Panitos de huevo

Olimpia Páez Rolo sostiene en sus manos el recetario que comenzó su abuela Dolores Martín de Rolo en 1912. Estamos en Garachico, cerca de su casa natal, y a medida que va pasando las páginas afloran los recuerdos.

«Me acuerdo cuando hacía esto mi madre» y «¡Qué rico era esto!» son solo dos frases que salen de sus labios, pero que evocan recuerdos familiares y emociones personales. No son solo recetas, son mucho más.

Entre ellas se detiene con cariño en la de Panitos de huevo. Es Semana Santa y su recuerdo de niñez le lleva a esos bollitos que la madre prohibía probar hasta que no llegara Don Leopoldo, el invitado de la casa cada año por estas fechas.

Aquí la transcripción de la receta que aparece en el recetario Martín de Rolo:

“Panitos de huevo. Se baten 12 claras de huevo a punto de nieve, se le añade 1/2 onza de azúcar, luego las yemas; en un lebrillo se deslíe la levadura con 3/4 de leche tibia en la que se ha hervido limón, canela en polvo, nuez moscada y matalahúva. Se meten dentro los huevos y se amasa con 3 kilos de harina y todas las natas que se le quieran poner”.

La receta epistolar del yogur natural en el siglo XIX

La receta epistolar del yogur natural en el siglo XIX

La receta epistolar del yogur natural en el siglo XIX

Acabamos de incorporar a este repositorio online en abierto de recetas canarias antiguas manuscritas un fondo documental de gran importancia, el de Nieves Pérez Felipe, un cuadernillo del siglo XIX escrito en Los Llanos de Aridane en La Palma junto con hojas sueltas. Pero este fondo, cedido para su divulgación por su actual propietaria Beatriz Jiménez Llanos y Felipe —quien además ha cedido otro fondo relevante de la familia Llanos Felipe—, alberga algunas páginas sueltas de gran interés, pues encontramos en algunas de ellas recetas que se divulgaron a través de carta y que denominamos recetas epistolares.

Aquí transcribimos la receta del yogur natural que fue escrita en papel con el escudo de banderas del batallón 3 de Infantería Ligera del ejército isabelino que estuvo destacado, entre otros lugares, en Barcelona. La carta parece escrita por una mujer atareada al cuidado de su hijo pequeño e incluye además de la forma de hacerlo, el motivo por el que realizarlo en casa: la economía doméstica.

La receta epistolar del yogur natural artesano dice así:

“Te explicaré (como me pides) hago el yogourt que llevo ya 5 meses haciéndolo cada día y que por cierto a Sarín le priva muchísimo a la par que le sirve de golosina pues siente por él verdadero entusiasmo. Tomo medio litro de leche y lo hago hervir media hora seguida; luego lo aparto del fuego y lo dejo enfriar completamente; cuando ya se apaga el fuego de la cocina de haber guisado todo el día, es decir, que está bien caldeado, lo limpio bien de ceniza por arriba y por abajo, pongo una cacerola arriba, el objeto es que quede bien tapado y abrigado; y como la leche le echo la puntita de una cucharadita de las de café del yogourt que para este fin guardo cada día sirviéndome de levadura, la disuelvo bien en la leche, con nata y todo, la paso por un colador para que pase todo bien disuelto al cacharro que tengo destinado; yo uso un tazón de aluminio, pero aunque cojas una lata de esas de dulces o tomates es igual, y entonces lo meto por debajo del fogón, cierro bien la portezuela del fogoncillo, y al día siguiente cuando te levantas lo sacas, lo pones al fresco, y ya lo puedes tomar, quedándote hecho un quesito de duro, y buenísimo; ya ves como no hace falta ninguna maquinaria; pero el conflicto es que ¿tú cómo haces el primero, si no tienes ningún yogourt ahí?; yo pensé mandarte en una lata un poco hecho, pero dice Pablo que tardarían muchos días en llegar los barcos; yo le advierto que el yogourt fresco no me resulta tan bien como levadura, como poniéndolo atrasado, mira si me economizo, que con ½ litro de leche me salen 2 yogourt y más ahora que en la lechería vale 55 céntimos, así que por ’35 tengo lo que cuesta 1’10, Sarín toma 1 para desayunar y otro de merienda. Cuanto más buena sea la leche, mejor sale, con que ya ves que sencillísimo es ¿verdad? No sé si me entenderás, pero interroga si tienes alguna duda, pues Sarín me llama continuamente y ni sé cómo te escribo…”.

“Perfecto amor”, el licor de Ignacio Vergara

“Perfecto amor”, el licor de Ignacio Vergara

“Perfecto amor”, el licor de Ignacio Vergara

En “Modo muy fácil de hacer licores de tan exquisita calidad o mejor que los extranjeros” —recetario manuscrito por el impresor santacrucero Ignacio Vergara en el siglo XIX— encontramos una que llama la atención por su poético nombre: «Perfecto amor». Se trata de un licor en el que interviene un colorante tan apegado a la cultura industrial de Canarias como la cochinilla a partir de la base de un rosoli o resoli o arresoli, típico de Cuenca y algunas localidades de Jaén y Córdoba, conocido también en Galicia y en Cataluña y que se elabora a partir de aguardiente. 

La receta transcrita es la siguiente: 

“Cuando se quiere convertir el rosoli de cidra que queda descrito en perfecto amor se pulverizan dos onzas de cochinilla y se echan en el espíritu aromático que se apartó primero en la operación anterior. Se dejan en infusión por 7 u 8 días y se agita el vaso otras dos veces al día, se deja reposar, se sustrae esta primera tintura por inclinación. Después se echa cuartillo y medio de agua de melisa y medio cuartillo de flores de naranja sobre el poso o depósito. A la cochinilla se deja así en infusión por dos o tres días, se agita también este líquido, se clarifica y se cuece muy espesa la misma cantidad de almíbar. Se quita la vasija del fuego. Se echa poco a poco esta segunda con el poso de la cochinilla en almíbar. Cuando está totalmente fría en el almíbar, se mezcla con el espíritu aromático de cidra. Se agita la mezcla con fuerza, se deja reposar tres o cuatro días y se clarifica con una clara de huevo que se bate en medio cuartillo de agua de pozo».

Croquetas de papa

Croquetas de papa

Croquetas de papa

 

Las croquetas tal y como las conocemos hoy en día son un plato relativamente moderno, ya que en un principio fueron una elaboración dulce.
Entre los recetarios de este repositorio que es recetascanarias.org, encontramos una propuesta de croquetas en el cuaderno manuscrito de las mujeres de Monteverde en el archivo de Lorenzo Cáceres.
La receta transcrita es como sigue:

«Se guisa una poca de leche con un casco de cebolla y una mata de perejil. Se dejarán papas a proporción de que mezclándose con la leche se espese como una crema. Se le pondrá una poca de nuez moscada rallada por encima y hecho esto se vuelve al fuego. Se le da un hervor y se deja enfriar. Se hace la croqueta que se envolverá en pan rallado. Se untará con huevos batidos y vuelve a cubrirse con pan. Póngase a freír después de todo esto con mucha manteca de puerco».

Mistela

Mistela

Mistela

Aquí la transcripción de una receta de mistela —licor típico canario para las fechas navideñas— hallado en el recetario del siglo XIX hallado en el fondo Álvarez Rixo:

Para tres cuartillos de aguardiente se necesitan dos cuartos de canela, cuatro cuartos de clavo y un cuarto de matalauva escaso y una poca de cáscara de naranja. Todo esto se pone en infusión en una cuarta de dicho aguardiente por el paso de ocho días.

Para dar color dos cuartos de azúcar moreno puestos a quemar en un ganiguito de candelaria que no haya sido estrenado.
Para dicha cantidad de aguardiente se necesita cuarto y medio de agua y dos libras de azúcar”.